Cada segundo domingo de diciembre se celebra el Día Internacional del Canto Coral, y como coreuta desde hace 22 años, orgullosa de pertenecer a esta actividad tan rica en todos los aspectos, me gustaría contarles un poco de qué se trata.
El coro se define como un grupo de personas que interpretan una pieza musical vocal de forma coordinada. Dentro del mismo las voces se dividen por cuerdas, que pueden ir desde cuatro voces (que es la formación más tradicional): soprano, contralto, tenor y bajo, hasta ocho voces: sopranos primeras, sopranos segundas, mezzosopranos, contraltos, tenores primeros, tenores segundos, barítonos y bajos. Dando así una complejidad mayor en las piezas musicales. También hay una clasificación de coros según la cantidad de personas, podemos encontrar desde cuartetos, octetos, lo que se llama un coro de cámara cuando se compone de un grupo entre diez y veinte personas, y después tenemos grupos mucho más numerosos.
La figura del Director cumple un rol fundamental, porque es el que dirige a toda la masa coral mediante sus gesticulaciones, marcando el tiempo, las entradas de cada una de las voces, los matices, generando así la armonía del conjunto. Todo esto lo logra a través de muchos ensayos, donde va entrenando a los coreutas.
Si nos remontamos en el tiempo, el canto coral comenzó en Grecia, con formaciones mixtas o de hombres y niños, que cantaban para adorar a sus deidades. Lo mismo en la cultura Hindú, el canto como forma de expresión para venerar a los dioses mediante mantras. En el siglo X aparece la polifonía, se comienza a cantar de dos a cuatro voces, hasta llegar a los siglos XVII y XVIII, del Barroco y Clasicismo, donde se puede decir que fue la época de grandes obras corales de Bach, Vivaldi, Mozart, etc.
En Uruguay, la mayoría de los coreutas hemos comenzando la experiencia coral en la escuela o liceo y luego de adultos continuamos en agrupaciones formadas en instituciones, diferentes colectividades o bien en proyectos particulares.
Hoy en día existe un amplio número de coros que se ha ido incrementando tanto en Montevideo como en el interior del país, de voces mixtas, solo femenino, masculino, de niñas, niños y hasta de adultos mayores. Algunos han cumplido ya 20 y 30 años en el medio, la mayoría trabajan de forma amateur; muy pocos son considerados profesionales.
Cada año, muchos grupos se presentan en teatros y templos con propuestas individuales, con determinada temática, cantando a capela o acompañados de instrumentos, así como también se realizan diferentes encuentros corales nacionales e internacionales, donde es un gran momento para compartir e intercambiar diferentes culturas y formas de expresarse en el canto. Desmitificando lo que alguna gente piensa que los coros solo cantan música sacra y góspel, hay directores que dedican parte de su tiempo a realizar una gran variedad de arreglos para cuatro o más voces de candombe, pop y rock, entre otros, lo que hace que el repertorio que escuchemos actualmente sea muy diverso.
Cuando se les consulta a los coreutas qué significa para ellos pertenecer a un coro, muchos lo toman como una forma de terapia, un lugar donde canalizar emociones, un momento de esparcimiento y expresión a través del canto, así como un punto de encuentro con otras personas. Pero sabemos que va mucho más allá de eso, es una actividad que requiere cierta disciplina, concentración, estudio de las partituras de manera individual y con las cuerdas. Nos enseña a trabajar en grupo, a ser compañeros, a escucharnos y escuchar al otro, respetando las notas, la métrica, los silencios, para ir encontrando esos acordes magníficos que se van formando. También desarrollamos técnicas de respiración, vocalización y lo fundamental, saber expresar cada obra con la voz y nuestro cuerpo.
Así como una orquesta, nuestras voces funcionan exactamente igual que los instrumentos, y es muy gratificante cuando se logra una armonía gracias a esa comunión. La pandemia nos dejó muy claro que a pesar de tener toda la tecnología disponible para unir nuestras voces a distancia, necesitábamos plenamente la presencialidad del grupo para que todo funcione.
Hoy brindamos por todos los coros, por tantas horas de ensayo, por la dedicación, el esfuerzo y paciencia de cada Director para lograr esa magia en cada presentación. Por esa adrenalina única que se genera en cada subida al escenario, y la satisfacción de bajarse con el aplauso de todos y saber que el esfuerzo valió la pena.
Celebremos que el canto coral siga desarrollándose en todos los ámbitos y esté presente en la educación musical desde la niñez como manifestación cultural y expresión del ser humano.
¡Que la música nos siga uniendo!
Carolina Alvez
Coreuta, arquitecta & administrativa en Palacio de la Música.